jueves, 21 de agosto de 2014

EL INVENTOR DE JUEGOS - El cuarto de Ivan

aca esta mi otra lectura te dejo el cuento y la lectura (audio)
lectura  (audio):  audio -El cuarto de Ivan
El cuarto de Iván
Habían regresado a la biblioteca. El escarabajo verde guardo sus patas entre sus páginas y acepto volver a su sueño, en espero de algún nuevo lector imprudente. El falso Iván respiro con tranquilidad al ver el libro en su lugar correcto.
-no hay nada que moleste más a Mordían que los libros fuera de su sitio. Había un dibujante, Reynal, que se pasaba las tardes en la biblioteca, sacando un libro de aquí, otro de allá. Siempre se le escapaba alguno. Una vez saltó una enciclopedia por la ventana. Mordían se enojó terriblemente. No volvimos a saber nada del libro.
-¿Y qué le paso al libro?
-De Reynal tampoco volvimos a saber nada.
Iván iba a tomar un nuevo libro, pero prefirió dejar las cosas como estaban.
-Para permanecer en la Compañía es imprescindible que tengas una ocupación. Está prohibido ir de aquí para allá.
Iván bostezo. Todo el cansancio del día se le vino encima.
-Una vez que haya dormido unas horas, puedo ponerme a trabajar. Ya es tarde para volver a la casa de mi tía ¿Dónde puedo dormir?
-Aquí, sobre los libros, basta con poner algunos sobre el suelo. Los de abajo son los menos peligrosos.
-El falso Iván dio un largo bostezo -. Ahora me tengo que ir. Hace tiempo que termino mi horario de trabajo.
-Tendría que llamar a mi tía. Debe estar preocupada…
-Ya se han hecho todas las llamadas necesarias.
Iván se quedó solo, feliz de librarse del otro.
Antes de dormir necesitaba ir al baño. En su largo recorrido en busca del libro no había visto ninguna señal de baño en los alrededores. Pero ahora era tanto el silencio que una canilla que goteaba lo guio hasta el fondo de un pasillo.
Abrió la canilla y bebió tanta agua como pudo. En el baño había una ventana por la que se veía el parque, con sus juegos mecánicos abandonados, y las oscuras habitaciones que, según el falso Iván, eran reconstrucciones de su vida...
-Si lo que dijo es cierto, entonces allí abajo esta mi cuarto y mi cama. No importa que no sean los verdaderos.
Bajo por las escaleras hasta una puerta de metas y salió a la intemperie. Hacía mucho frio y se puso a temblar.
Los grandes juegos mecánicos yacían a medio desarmar bajo la luz de la luna. Iván se acercó a la tienda de los patos y vio que había sido reconstruida tanto cuidado que aun los premios eran los mismos que recordaba: un auto, una lancho de latón, un Batman, un mamut. Tomo la escopeta como para disparar, pero la dejo en su sitio.
Cerca del puesto de tiro, había una tienda con un cartel luminoso donde se leía:
La habitación de Iván Dragó
La puerta estaba cerrada, pero la ventana cedió. El cuarto tenía ese frio humeado de las casas que no han sido habitadas en mucho tiempo. Al mirar el cubrecama – barcos y anclas- y el orden de las cosas, se dio cuenta de que habían reconstruido su habitación tal como era cuando el tenía siete años. Reconoció algunos objetos que habían creído perdidos. Cada cosa de su vida pasada encontraba allí su réplica exacta.
Era el cuarto que tenía antes de que participara en el concurso de la Compañía de los Juegos Profundos, antes de que sus padres viajaran en globo y se extraviaran. Era su cuarto tal como estaba antes de que todo empezara a suceder. No podía llorar, porque era una tristeza tan extraña que no había lagrimas que le correspondieran.

Se sacó los zapatos y sin desvestirse se metió en la cama. Más tarde consultaría a Mordían, y le preguntaría todo lo que debía preguntarle. Pero, mientras tanto, a dormir. Sin ningún escriba que anotara sus sueños.

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